En un caluroso día de julio en Maupin, dos docenas de balseros con chalecos salvavidas se aferran a los remos en un embarcadero de la parte baja del Río Deschutes, escuchando a un guía que les explica los puntos más detallados de la navegación en aguas rápidas de clase III.
Para asegurarse que le hayan entendido, el líder del grupo Aníbal Rocheta traduce al español los puntos más destacados de la presentación. Sobre todo, cómo evitar golpear a tus compañeros con el remo.
Rocheta y su socia María Teresa Lopes son refugiados políticos de Venezuela y los fundadores de Loco por la Aventura, una empresa pequeña en Portland que busca hacer más accesibles las actividades al aire libre para la comunidad latina de Oregón, que crecía de 2% de la población en 1980 a 14% en 2020.
“Quiero enseñar, motivar y demostrar lo especial que son las actividades al aire libre y lo importante que es para nuestra salud física y mental,” dice Rocheta.
La escalada, montañismo y exploración de cuevas son las pasiones de Rocheta. Pero se siente feliz llevando a la gente a acampar, remar en canoa o caminar por senderos. Cualquier cosa que despierte el interés por las actividades al aire libre entre una población diversa que puede enfrentar una barrera del idioma cuando trata de salir al aire libre en el Noroeste del Pacífico. En este día de verano, la aventura es el canotaje en aguas rápidas.
Lopes ve el entusiasmo entre un grupo de chicos jóvenes y los alienta a formar lo que ella llama una “balsa loca.”
“Pura energía,” dice Lopes mientras ellos se suben a bordo rebotando. Lopes se une a ellos en la popa, con una gran sonrisa en su rostro.
Su entusiasmo desbordante es un balance para la tranquila eficiencia de su compañero Rocheta. Él ayuda a organizar el grupo restante de parejas mayores, una familia joven y un cuarteto de mujeres jóvenes en tres balsas, y después se ponen en marcha.
El río es rápido, aunque engañosamente plácido. Fragmentos de conversaciones en inglés y español resuenan en las laderas y por el agua. El guía de canotaje en la balsa loca, Jody Robertson, intenta valientemente las pocas frases que sabe en español. Sin que nadie se lo pida, después comienza a tocar reguetón desde una bocina portátil. (Si quieres sentir la buena onda, mire a estos videos de Bad Bunny.) Los chicos jóvenes están felices y sorprendidos. Robertson dice que es simplemente la música que a él le gusta.
Rocheta nació en Coro, una ciudad de la época colonial en el estado de Falcón al noroeste de Venezuela, la cual es famosa por su costa. Creció kilómetros tierra adentro en las montañas de la Sierra de Falcón, donde sus abuelos permitieron que el joven Rocheta explorara los ríos, bosques y cuevas escondidas.
A los 17 años, ya trabajaba como guía turístico desde las playas hasta las montañas de Falcón y poco después obtuvo títulos académicos en servicios turísticos. Conoció a Lopes, su futura esposa y socia de negocios, cuando ella terminaba su licenciatura de periodismo y necesitaba un guía experimentado que le ayudara a crear un documental sobre las montañas de la Sierra de Falcón.
“Cuando terminó su tesis, la invité a salir varias veces para ‘celebrar’ hasta que finalmente accedió,” cuenta Rocheta.
Desde entonces, no se han separado.
Las aguas rápidas de esta sección del Deschutes se forman sucesivamente, primero como una serie de ondulaciones exageradas. La mayoría de los balseros no están familiarizados con el río y sueltan gritos titubeantes cuando la balsa se desliza sobre estas ondulaciones, como si dijeran: “¿Eso fue todo?”
Pero el viaje realmente todavía no ha comenzado.
Robertson anuncia las primeras aguas rápidas reales, Wapinitia, y cuenta en español — “¡Uno, dos, tres!”— para sincronizar la remada de los balseros mientras se lanzan por las aguas bravas.
Esta vez, los balseros gritan de emoción a todo pulmón, siendo Lopes la que más lo hace. Cuando vuelven girando a las aguas tranquilas, Robertson les dice que levanten sus remos y ellos aplauden con estos por encima de la balsa.
Venezuela ha estado en una crisis política y económica creciente por más de 20 años a medida que el ex presidente Hugo Chávez y el actual presidente Nicolás Maduro cercenaron la democracia y forzaron al país a tomar un camino autoritario.
En el 2015, Rocheta y Lopes decidieron salirse.
“En nuestro país”, dice Rocheta, “no hay libertad de expresión, hay mucha delincuencia y la situación económica en especial para los jóvenes que queremos emprender es casi nula.”
Los Estados Unidos otorgaron asilo a Rocheta y Lopes como refugiados políticos, lo cual les permite vivir y trabajar aquí. Llegaron a los Estados Unidos con dos maletas, un inglés muy limitado y sus sueños de salir adelante y desarrollar sus carreras. Su gran proyecto se convertiría en Loco por la Aventura.
Muchos de los balseros en el Deschutes son también inmigrantes venezolanos, entre ellos los hermanos Francisco y Alejandro Rosendo. Alejandro es el primer balsero que cae por la borda cuando la balsa se ladea cerca de Boxcar Rapids y lo vuelca.
Robertson grita alentando a los balseros para que lo saquen jalándolo por los tirantes de los hombros de su chaleco salvavidas, y Alejandro vuelve rápidamente a la balsa, aferrándose a un zapato para agua que se le había salido de su pie.
Sentado junto a él en la balsa, el amigo de Alejandro admite que vio cómo Alejandro caía por la borda como si fuera en cámara lenta, pero que no alargó la mano para agarrarlo. Ellos se ríen a carcajadas.
Cuando Rocheta mira hacia atrás a la persona más joven que era él hace ocho años, se llena con un sentido de orgullo por lo que ha logrado.
“Yo en carne propia sé lo difícil que es emigrar, comenzar desde cero, no conocer el idioma,” dice Rocheta, “y mi gran meta es ayudar al que está pasando por eso.”
Rocheta aceptó el trabajo que pudo encontrar mientras estudiaba inglés. Después de que sus credenciales profesionales de Venezuela no fueron aceptadas aquí, volvió a certificarse como guía de escalada y montañismo y se convirtió en uno de los primeros miembros latinos de Mazamas.
Para el 2020, Rocheta y Lopes habían hecho realidad su sueño de comenzar Loco por la Aventura para servir a la comunidad latina de Oregón y hacer más accesibles las actividades al aire libre.
Después de tres horas en el río, el grupo se reúne en un parque de Maupin para hacer una parrillada y pasar el rato antes de manejar de regreso a Portland. Pateando un balón de fútbol con su hermano, Alejandro Rosendo admite sentirse limitado en su inglés, pero desprende un positivismo juvenil para el futuro. Después de todo, solamente ha estado en los Estados Unidos por dos años.
Su hermano Francisco solamente ha estado aquí un año, y los pensamientos del joven de 15 años parecen enfocarse en el futuro más inmediato: mejorar su juego de fútbol y el próximo viaje de canotaje.
“Quiero regresar y hacerlo el próximo año,” dice él.
Sentada cerca en la sombra, otra inmigrante venezolana, Maribel Nelson, ha vivido en Happy Valley por ocho años. Para Nelson, quien alterna sin problemas entre el español y el inglés cuando habla con su esposo norteamericano, el día se trató sobre crear una comunidad. Era la primera vez que hacía canotaje y ella también quiere volver a hacerlo.
A través de Loco por la Aventura, Rocheta y Lopes están abriendo el aire libre para nuevas personas y desarrollando una comunidad que es distintivamente oregoniana.
Su proyecto más reciente es un libro titulado “Nadie logra lo que no se atreve,” que Rocheta dice que es el primer libro publicado en español en los Estados Unidos sobre escalada y montañismo.
Rocheta and Lopes mantienen un calendario de eventos comunitarios que actualizan regularmente y el 7 de diciembre celebrarán una fiesta de presentación del libro en Arcteryx en Portland.
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